Algunas reflexiones tras la “Epifanía americana”

Algunos lectores me han preguntado por qué no he escrito todavía nada “en caliente” sobre los acontecimientos de Washington.

Es fácil de explicarlo: cuando hay una explosión o un terremoto, hay que esperar a que el humo y el polvo del suceso se asienten para entender los daños.

Y en este caso el polvo es enorme, denso y sobre todo opaco. En todos los sentidos.

Pero, a la espera de tener elementos para un análisis más concreto de los acontecimientos de la Epifanía Americana, me gustaría hacer algunas reflexiones sobre los hechos relacionados con el ascenso y la (aparente) caída de Donald Trump.

Doble moral

La primera reflexión se refiere al llamado doble rasero, en italiano doppiopesismo o “doble moral”.

Me refiero al hecho de cómo la historia -y, por supuesto, también las noticias- están manipuladas por los prejuicios políticos; la manifestación ocurrida en Washington DC ha sido señalada por todos como violencia sin sentido, pero se olvida que la Historia nos cuenta invariablemente que todas las revoluciones que han fracasado han sido organizadas y llevadas a cabo por bandidos (baste pensar en el llamado Brigandage en el sur de italia en el siglo XIX o en la revuelta de la Plaza de Tiananmen en China ) mientras que las ganadoras (por ejemplo, el Resurgimento italiano, per restare a casa nostra, o la Francesa, o la misma Revolución Americana) fueron hechas por héroes, que, como canta Guccini, son “siempre jóvenes y bellos”.

La historia, que Rudolf Steiner llama con razón “fábula concertada”, se reescribe constantemente en función de las necesidades de manipulación. Y siempre por los ganadores. Si, efectivamente, las denuncias de fraude electoral hubieran sido recibidas por el Parlamento en el escenario de un renombramiento de Trump, los “terroristas domésticos” se habrían convertido como por arte de magia en “heroicos patriotas”.

Orwell docet. 

Big Tech, misión cumplida

La segunda reflexión -para seguir con el tema de la propaganda y la manipulación- tiene que ver con las Grandes Tecnologías  (Big Tech).

Con esta definición nos referimos al enorme conglomerado de poder que las corporaciones tecnológicas -en primer lugar Google, Facebook, Twitter, YouTube- han conseguido gracias a nuestra colaboración involuntaria en los últimos años.

Un poder prácticamente absoluto si pensamos en algo que hace sólo unos años hubiera sido impensable, a saber, que empresas privadas, que dicen no ser editoras, y por tanto no seguir una línea política, sino estar al servicio de la comunidad, se permitan prohibir a un presidente de los Estados Unidos, no a cualquier ciudadano, no al “ama de llaves de Doña Rosa” quiero decir.

Estamos ante algo que anula ipso facto siglos de esa civilización de la que nacieron los conceptos de democracia, tolerancia, derechos civiles, libertad de expresión.

Independientemente de que The Donald diga cosas razonables o no.  No es éste el punto.

No sé si nos damos cuenta de la magnitud de este hecho que, en mi opinión, es mucho más preocupante que las payasadas del 6 de enero con chamanes con cuernos y policías que dejaron pasar a los manifestantes sin reaccionar. Por no hablar de los infiltrados de Antifa, fotografiados y reconocidos, que mandaron el partido al retrete. 

Pero lo peor es que el bloqueo de la cuenta del presidente Donald Trump por parte de Facebook e Instagram y el borrado total por parte de Twitter fueron acogidos con entusiasmo por los medios de comunicación.

La ceguera de estas prostitutas de la información es escalofriante.

Después de lo ocurrido en los últimos años con Snowden, Mannings, Assange, que se atrevieron a revelar lo que el poder no quería que supiéramos, a la prensa se le dijo sin tapujos que o se sometía al establishment o desaparecía.

Tanto es así que, por ejemplo, en Italia -pero es igual en todas partes- 6 familias son dueñas de casi todos los medios de comunicación principales.

¿Cómo podría ser de otra manera en la era del pensamiento único global?

Golpe de Estado mediático

Pero las presstitutes (prostitutas de la información) que graznan a diario como las ocas en el Congreso (hablando del Capitolio) cuando sienten olor a fascismo, el racismo, el negacionismo y demás, no se dan cuenta en realidad que un Estado que esta de hecho dirigido por corporaciones como las Big Tech y con políticos que ahora son meros testaferros, es precisamente el símbolo del fascismo que dicen combatir.

La letanía de comentarios petulantes de Google, Facebook, Twitter -para la serie “mission accomplished” “misión cumplida”- fue realmente repugnante.

Una narrativa alternativa a la oficial no ha tenido ningún espacio posible, tanto que podemos hablar de un verdadero golpe mediático.

Verdaderamente, misión cumplida; las grandes tecnológicas lograron anular lo que quedaba de la libertad de expresión en Estados Unidos.

Mentira global

La tercera reflexión tiene que ver con el sistema de mentira global que se ha generalizado en todas las esferas sociales; desde los medios de comunicación hasta las empresas, desde los gobernantes hasta el sistema judicial, desde los bancos hasta las instituciones internacionales.

 

Lo que podría haber sido tal vez el único salvavidas para evitar el declive de nuestra civilización, la Triarticulación del Organismo Social, es decir, la clara separación entre la esfera espiritual de las ideas (libertad de opinión), la esfera jurídica (igualdad de todos ante la ley) y la esfera económica (fraternidad social en lugar de la codicia de los poderosos y el consiguiente avasallamiento de los más débiles) no fue aceptada cuando la propuso Rudolf Steiner hace más de un siglo.

Y es precisamente esta mezcla ilegítima de las tres esferas de la sociedad lo que ha provocado lo que estamos presenciando hoy.

Basta pensar en que los casos de fraude electoral han sido rechazados por los jueces elegidos por la política (tanto el Tribunal Supremo como los estados individuales). 

¿Cómo podría haber surgido un resultado diferente?

La justicia, si no es independiente de la política es in-justicia.

Asimismo, la dimensión espiritual y cultural sometida a la narrativa del establishment sólo puede dar lugar a una verdadera dictadura del pensamiento unilateral.

Lo mismo ocurre con el involucramiento de los enormes recursos económicos de las Corporaciones supranacionales en los ámbitos de la información y la justicia.

Y el juego está hecho.

¡Para entender mejor la enormidad de lo que está ocurriendo ante nuestros ojos, basta pensar que hasta el Departamento de Seguridad Nacional ha afirmado que las Elecciones de 2020 fueron las más seguras y transparentes de la historia de Estados Unidos! 

Esto -independientemente de la validez de las acusaciones de fraude generalizado- carece de todo sentido dado que durante meses los mismos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional han estado hablando de la intromisión de países extranjeros en el proceso electoral.

Como se ve, la mentira se puede defender aunque haya contradicciones internas en la narración.  Lo importante es que se repita miles de veces hasta que se convierta en verdad.

Goebbels docet.

Las consecuencias de la Epifanía americana

Desgraciadamente, los acontecimientos de la Epifanía Americana no harán más que empeorar las cosas en términos de mayores restricciones a la libertad de expresión, tal y como evidentemente planean y operan las Grandes Tecnologías y la corriente dominante.

Cada vez será más difícil hacer esas preguntas que hasta un niño de octavo grado podría hacer, como por ejemplo:

1 – Cómo es posible que el Capitolio – “el templo de la democracia”, como repiten machaconamente nuestros chupatintas- quedara prácticamente desatendido durante las protestas, a pesar de que era evidente que podían producirse disturbios si las mociones sobre el fraude llegaran a ser rechazadas.

 

Esto recuerda mucho a la mañana del 11 de septiembre de 2001, cuando todos los cielos del este de Estados Unidos estaban “casualmente” sin vigilancia debido a un ejercicio a miles de kilómetros de distancia.

2 – ¿Cómo es posible que la alcaldesa Muriel Bowser haya esperado tanto tiempo antes de enviar a la policía y a la Guardia Nacional para detener a los alborotadores?

3 – ¿Cómo es posible hablar de violencia e intento de golpe de estado cuando ninguno de los manifestantes estaba armado y las víctimas fueron asesinadas -desarmadas- por la policía?

4 – ¿Cómo es posible hablar de subversión por parte de Trump cuando entre los más violentos que irrumpieron en el Capitolio se encontraban caras conocidas de los Antifa -por tanto anti-Trump-, los mismos que en los últimos meses han sido capaces de saquear y quemar ciudades enteras impunemente?

 

En resumen, todo apunta a una serie de acontecimientos “escenificados”, diseñados para sugerir a la población que había un plan de golpe de Estado, atribuyendo la violencia que causó la pérdida de cinco vidas a los omnipresentes Radicalized Domestic Extremist (extremistas domésticos radicalizados).

¿Cuál es entonces el pensamiento -en la narrativa de los medios de comunicación- detrás de estos eventos? 

Es el pensamiento de que lo social puede ser peligroso (ejemplo: la llamada a la manifestación de Trump) y por tanto debe ser controlado y censurado.

La gente debe entonces resignarse a renunciar voluntariamente a su libertad de expresión si ésta choca con la verdad del sistema. 

Adiós a la primera enmienda, pensar libremente se vuelve peligroso.

Algoritmos al poder

Como ya se ha mencionado el diseño de las Big Tech -un verdadero gobierno transnacional en la sombra- con el veto a Trump por parte de Twitter, Facebook y Twitch, no parece limitarse a querer mantener el monopolio de uno de los sectores más rentables de la economía estadounidense, sino que sugiere que quiere aumentar su poder de control sobre la política y las elecciones -ya sean estatales o confederales-. 

 

Una vez más vemos cómo el mundo de la tecnología inmoral, del algoritmo en el poder, del sistema binario 1 y 0 tiene la firme y tenaz intención de deshumanizar al Hombre, llevándolo al sometimiento total, al transhumanismo de la fusión hombre-máquina.

Está claro que esta agenda global no permitirá que nadie exprese opiniones contrarias, como hemos visto recientemente incluso en casa en el caso de las vacunas y las medidas sanitarias forzadas.

Facebook, por ejemplo, ha aprovechado la pandemia para implantar una vigilancia inflexible sobre cada publicación de los usuarios.

Tras afirmar inicialmente que eliminaría “la información errónea que pudiera contribuir a daños físicos inminentes”, unas semanas más tarde, ya en abril de 2020, comenzó a borrar las publicaciones de los eventos que se organizaban para las iniciativas contrarias al cierre.

Ayer fue noticia que Apple y Google han obligado a Parler, una red social alternativa, a controlar a sus usuarios. 

Google ha suspendido a Parler de su Play Store, amenazando con su cierre si la red no controla estrictamente su aplicación. 

El momento de la decisión de los dos gigantes de la Big Tech es emblemático si tenemos en cuenta que Parler es una de las apps de mayor crecimiento en Internet, dado que millones de personas están hartas del comportamiento censor de Twitter, YouTube y Facebook; personas que al bloqueo las cuentas de Trump de estaban migrando a Parler.

En cuanto a YouTube, su consejera delegada, Susan Wojcicki, tuvo el increíble descaro de afirmar que su red social desempeñaría el papel de árbitro de la verdad sobre el coronavirus, añadiendo que todo lo que contradijera las directrices de la OMS sería eliminado de la plataforma.

 Control global

Estos hechos tienen graves implicaciones, ya que son Apple y Google quienes gestionan los sistemas operativos de la gran mayoría de los teléfonos inteligentes del mundo. 

Por lo tanto, no será fácil para The Donald -que desde luego no va a ceder a lo que ha llamado sin tapujos Stolen Elections  (Elecciones Robadas)- encontrar una forma de conectar con los 75/80 millones de estadounidenses que están de su lado si los sistemas operativos de casi todos los smartphones existentes no admiten apps sociales alternativas.

Parece claro que este diktat a Parler indica, más allá de toda duda razonable, que Big Tech no se ve a sí misma como un grupo de empresas privadas, sino como una red de instituciones globales que pueden determinar el poder político y de control en el mundo digital.

Pero si, llegados a este punto, reflexionamos sobre el hecho de que el encierro, el proyecto de moneda digital, la enseñanza a distancia y el smartworking tienen como objetivo llevar a la humanidad a un mundo virtual, nos damos cuenta de lo que significa poder controlar este mundo. 

Se entiende con absoluta certeza que la voluntad declarada es la de transformar el mundo digital en un sistema totalmente homogéneo, en el que los únicos valores que se puedan compartir libremente sean los de Silicon Valley y Hollywood.

Panem et circensis.

Si Parler acepta las imposiciones de Apple y Google -y hay pocas dudas al respecto, ya que su director general, John Matze, ha dicho que cree que “se pueden mantener sus valores y al mismo tiempo complacer a Apple rapidamente”- podría ser el golpe más terrible que se haya dado a la libertad de la Web.

 Si no podemos defender la libertad de opinión, será muy difícil defendernos de la amenaza de un mundo distópico.

En este caso, éstas me parecen, por el momento, las consecuencias más preocupantes de los acontecimientos -todavía en muchos aspectos oscuros y sobre los que volveré en breve- de la Epifanía americana.

Miremos la luna, no el dedo; a estas alturas poco importa quién es el presidente, sino lo que se está haciendo contra nosotros con este cambio de inquilino en la Casa Blanca.

Fuente

Traducción de Carlos Andrés Guio Diaz

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